Luiz Inácio Lula da Silva derrotó a su rival, el presidente Jair Bolsonaro, para asegurar su regreso como líder de Brasil este domingo tras una reñida carrera en la cuarta democracia más grande del mundo.
El Tribunal Superior Electoral del país verifico la victoria.
El tribunal dijo que da Silva obtuvo un poco más del 50,84% de los votos, con el 99,10% de los votos contados, en una segunda vuelta electoral que se llevó a cabo después de que ninguno de los candidatos obtuviera el apoyo suficiente para ganar este mes.
Las encuestas preelectorales habían dado a da Silva, un ex trabajador metalúrgico y líder sindical conocido universalmente como “Lula”, una ventaja dominante.
Da Silva fue presidente de Brasil de 2003 a 2010, se le atribuye la construcción de un extenso programa de bienestar social durante su mandato que ayudó a llevar a decenas de millones a la clase media.
Pero su administración también es recordada por grandes escándalos de corrupción que involucraron a políticos y ejecutivos de empresas. Da Silva fue condenado por cargos de corrupción y lavado de dinero, lo que lo llevó a 19 meses de prisión y perder en las elecciones presidenciales de 2018 contra Bolsonaro.
La Corte Suprema de Brasil anuló la acusación el año pasado alegando que el juez se había confabulado con los fiscales.
Da Silva prometió durante su campaña ayudar a las comunidades más vulnerables de Brasil, tomar medidas enérgicas contra la deforestación ilegal y establecer un nuevo ministerio de los pueblos indígenas.
Bolsonaro, a quien le fue mejor de lo esperado en las elecciones de este mes, construyó una base devota defendiendo los valores conservadores, rechazando la corrección política y promoviendo una agenda de guerra cultural.
Ampliamente cuestionado por manejar mal la crisis de Covid, recientemente reforzó su programa de asistencia social Brazil Aid de la era de la pandemia para redistribuir fondos a los brasileños más pobres, en un último intento de atraer votantes a la derecha.
A lo largo del proceso electoral en Brasil, en repetidas ocasiones sentó las bases para rechazar los resultados en una contienda plagada de desinformación, e insistió en que las máquinas de votación electrónica de Brasil son propensas al fraude.
Nunca ha presentado pruebas de las afirmaciones.
Los activistas ambientales de todo el mundo observaron las elecciones con gran expectativa.
Brasil es el hogar de la selva amazónica, conocida como los “pulmones del mundo”, alcanzó este verano su punto más alto de deforestación en 15 años, con áreas protegidas afectadas, según The Associated Press.
Bolsonaro prometió no conceder “ni un centímetro más” de tierra a los indígenas y criticó a la policía por destruir equipos de minería ilegal durante las redadas.
Da Silva dijo sobre el medio ambiente que es un tema complicado. En su primera administración se redujo la pérdida de bosques en un 84% en 2012, también dirigió la construcción de represas hidroeléctricas controvertidas y destructivas en el área amazónica.