¿Existe la brujería? ¿Se puede predecir el futuro? ¿Se puede hacer pacto con el diablo?. Victoria Batiste, de diecisiete años, estaba inmersa en el ocultismo, y su iniciación en la oscuridad comenzó cuando empezó a oír voces extrañas a los cinco años.
Todo empezó de niña, cuando intentó escapar de una vida familiar brutal, huyendo a un mundo inventado donde todo era perfecto.
“Todo lo que ocurría en ese mundo”, dice Victoria, “yo lo controlaba”. “Siempre se trataba de mí”, dice Victoria de su mundo imaginario. “Gente queriéndome, gente cuidándome bien”.
A la pequeña Victoria le servía para enfrentarse al mundo real, donde sus padres solían estar borrachos o drogados y a veces eran violentos, sobre todo su padre, que aprovechaba la Biblia para justificar sus duros castigos.
“Algunas veces me golpeaba contra el suelo y me asfixiaba, diciéndome: Si tu brazo me ofende, córtatelo”, se burlaba Victoria. “Como si básicamente me dijera: Te lo corto y te dejo”.
Además, sufría abusos verbales, me acusaban constantemente de que nunca era lo bastante buena.. “Me odiaba a mí misma”, admitió Victoria. “Sentía que quizá me pasaba algo”.
Cuando Victoria tenía 5 años, otras voces entraron en su vida, voces que solo ella podía oír. “Empezaron a decirme que era especial, que no era como los demás y que nunca me aceptarían”, cuenta Victoria.
¿Cómo inicio en la brujería?
Años después, Victoria empezó a explorar lo sobrenatural, una búsqueda que la condujo al estudio y la práctica de la brujería. Mientras tanto, unas voces la alentaban y la guiaban.
“Me sentí comprendida”, dice Victoria. “La brujería se volvió algo más que un juego para mí. Ya no era un juego porque sabía que era real. Me adentraba cada vez más en ella. Por ejemplo… la proyección astral, que es cuando proyectas tu alma fuera de tu cuerpo y viajas al reino de los espíritus. Es donde sentí que tenía poder”.
Cuando ya era adolescente, Victoria relata que dejó a un lado la brujería, y llegó a depender de las drogas durante todo el instituto. Me ayudaba a sobrellevar lo que realmente me pasaba, en el interior de mi cabeza, comenta.
Casi asfixia a su madre
Una noche, tras una acalorada discusión con su madre, cuando Victoria tenía 17 años, escuchó una voz familiar. “Si entregas tu vida al diablo, todo irá bien”, dice Victoria.
Lo siguiente que supo Victoria fue que tenía las manos alrededor del cuello de su madre. “Casi ahogo a mi madre hasta la muerte esa noche”, dijo Victoria con sobriedad. “No sabría decirte por qué dejé de asfixiar a mi madre. Solo sé que lo hice”.
Victoria sufrió varios abortos espontáneos y las voces que antes la reconfortaban ahora la atormentaban constantemente.
“Se volvieron agresivas”, dice de las voces. “Me atormentaban en mitad de la noche. No podía moverme. No podía respirar. No veía nada. Era como si me estuvieran asfixiando hasta la muerte. Y mi corazón en ese momento estaba roto. No había nada más que muerte en mi interior”.
¿Cómo salió de la oscuridad?
Lo mejor de todo fue cuando Victoria, de 18 años, recibió una Biblia de un amigo de la familia. Aceptó leerla todos los días. Sin embargo, no fue hasta un año después que la verdad de la Palabra de Dios empezó a calar hondo. Estaba durmiendo en el hotel donde se hospedaba su padre y no podía dormir.
“Mi padre se despierta y me dice: ¿Qué pasa? Todos estos pensamientos se arremolinaban en mi cabeza, como de la Biblia. Y yo estaba como, Tengo que hacer algo diferente, hombre. No quiero ser así, y no quiero que mi hijo crezca en esta situación”, dice Victoria.
“Las últimas palabras que me dijo mi padre antes de echarme de la habitación del hotel fueron: Jesús no puede salvar a nadie. Y yo estaba en un punto de mi vida en el que ya no creía en eso”.
En la calle, sin ningún sitio adónde ir, Victoria volvió a oír una voz, una voz diferente que le decía vete a la iglesia.
“Se me rompieron los zapatos. Literalmente me eché a llorar. Y me dije: Diablo, rendirse no es una opción. No voy a seguir haciendo esto”, declaró Victoria. “En ese momento sentí que era cuando destruía mi contrato con él”.
Cuando llegó a las puertas de la iglesia, Victoria cayó de rodillas y lloró. Varios miembros de la iglesia que llegaban para el servicio le preguntaron si estaba bien, cuenta Victoria.
“Le dije: No. Tengo 19 años. Estoy embarazada de tres meses y medio y no tengo adónde ir”, cuenta exasperada. “Se me acerca una señora y me dice: Cariño, ¿necesitas que te lleve a algún sitio? Y en ese momento empecé a reconocer que era la voz de Dios. Y me rendí. Eso fue todo. Ok Dios, esto es todo. ¿Quieres que te sirva? ¿Quieres que te entregue mi vida? Aquí estoy”.
Las personas que se detuvieron ayudaron a Victoria a entrar en la iglesia, donde entregó su vida a Cristo. Su adicción a los narcóticos, las influencias demoníacas y las mentiras que creía sobre Dios y sobre sí misma empezaron a derrumbarse.
“Empecé a darme cuenta de que Él era un Dios amoroso y Él era un padre y Él estaba allí todo el tiempo. Estoy dispuesta a hacer lo que quieras que haga. Porque lo que hacía antes no funcionaba”, admitió entre risas.
La iglesia la envió a un centro de acogida para mujeres antes de acabar en un retiro en Texas para víctimas de abusos domésticos. Allí, su fe creció y dio a luz a Nehemiah, su hijo sano. Ahora estudia trabajo social y vive una vida plena con Cristo en el centro.
“No tengo que huir de nada. Si tengo un problema, corro a Dios y le digo: Señor, ¿qué tenemos que hacer?”. Continuó Victoria. “Estoy salvada. Estoy curada. No me preocupaba de nada más que de lo que el Señor quería hacer. Cambió mi vida para siempre”.