En el marco del 204.º aniversario de la independencia del Perú, la presidenta Dina Boluarte ofreció su último mensaje a la Nación desde el Congreso de la República. Lo hizo en medio de una desaprobación histórica del 93.9%, según la última encuesta del Instituto de Estudios Peruanos (IEP), y con una ciudadanía cada vez más escéptica frente a sus promesas de gobernabilidad, seguridad y desarrollo.

Desaprobación sin precedentes

Boluarte se despide como la mandataria con mayor rechazo popular en la historia democrática del país. Su gestión ha estado marcada por más de 50 muertes en protestas sociales, investigaciones fiscales abiertas, y una crisis de legitimidad que no ha logrado revertir ni con sus discursos extensos ni con anuncios de último minuto.

Un discurso cargado de contradicciones

Durante su intervención, la presidenta destacó el crecimiento del empleo formal del 26% al 29.1% y proyectó superar el 30% en 2025. Sin embargo, expertos como el exministro de Economía David Tuesta advierten que el deterioro fiscal y la falta de reformas estructurales hacen inviable esa meta. “Petroperú acumula pasivos superiores a USD 7.000 millones, y no hay señales de recuperación”, señaló Tuesta.

En materia de seguridad, Boluarte prometió el despliegue total de la Policía Nacional y el uso de reconocimiento facial en centros comerciales. Pero según Ricardo Valdés, exviceministro del Interior, “no hay logística ni presupuesto para implementar esas medidas. Son anuncios sin sustento técnico”.

Ciudadanos y líderes religiosos alzan la voz

Mientras Boluarte participaba en la Misa y Te Deum en la Catedral de Lima, familiares de víctimas de las protestas se manifestaban frente al Palacio de Justicia. El arzobispo de Lima, Monseñor Carlos Castillo, lanzó una crítica directa: “El espíritu mafioso se ha apoderado de sus corazones. No construyamos la anarquía, hagamos autocrítica”.

Reflexión

Este 28 de julio no solo marca una fecha patriótica, sino también un momento de balance profundo. ¿Qué significa celebrar la independencia bajo un gobierno que ha perdido el respaldo ciudadano? ¿Cómo reconstruir la confianza en las instituciones cuando las promesas se diluyen y los errores se repiten?

La democracia exige más que ceremonias: exige transparencia, rendición de cuentas y voluntad de corregir el rumbo. El Perú merece respuestas, no solo discursos. Y los ciudadanos, más que nunca, merecen ser escuchados.